Por Julia Tacchino
El Trafo”. Así llaman los
electricistas al transformador (fuente de energía). De allí lo tomaron ellas,
quienes afirman estar en plena búsqueda de la transformación y utilizan al
Teatro del Oprimido como germen de los cambios. Las dos, Paula y Nancy militan,
desde el 2007, en cárceles y diversos barrios de Buenos Aires. Paula explica
que “el Teatro del Oprimido es una herramienta de trabajo creada en 1971 por
Augusto Boal y tiene como base la práctica del arte escénico: un instrumento de
reflexión y liberación. Postula que todos somos actores” y, en consecuencia,
puede realizarse un proceso de trabajo donde se intercambian los roles entre
actores y espectadores y abordarse problemáticas, a través de un trabajo lúdico
y genuino.
A su vez, Nancy menciona: "yo no tengo más instrucción en el género
que esta. Empecé con un grupo de mujeres que hoy conforma el grupo Osadía y del
cual soy la facilitadora. Se trabajan temáticas de violencia y cuestiones de
género y todo atravesado por las mismas protagonistas. Lo que se dice es
auténtico, no hay algo al azar, no hay nada fortuito”. Osadía, es parte del
grupo Trafo y nuclea a mujeres que vienen activando desde la misma época las
temáticas que más les preocupan a ellas.
Las siguientes reflexiones son
parte de lo que nos contaron, en una extensa charla, acerca de este arte de
intervención social al que asomaron en tiempos difíciles y al que, poco a poco, le fueron dando mayor volumen.
Paula: Yo tengo una formación
conservadora en lo que es teatro, egresè en la Escuela Metropolitana de Arte
Dramático, pasaban los años y no enganchaba, no encontraba mi lugar, la gente
me preguntaba y ¿por qué no en la tele? ¿Por qué no probar en casting? Y eso no
me iba. Y entonces, me entré a dar cuenta que no era por ahí por donde yo
quería andar. Y a los pocos años una amiga tenía que hacer su tesis de Teatro
del Oprimido, venía de Londres y necesitaba una organización barrial, yo estaba
en una, y me dijo bueno, ¡súmate al taller del Teatro del Oprimido!, en
Longchamps, así empecé y al poquito tiempo de estar con ella, de estar en el
taller, de empezar a entender un poco lo que era la metodología, un día,
empezamos a trabajar en las cárceles, iniciamos un taller en Ezeiza y otro en
Devoto y así seguimos y no paramos más. Militar en prisiones, en lo personal me
costó bastante, porque de la cárcel se sabe poco en general y para mí era un
espacio súper lejano, nunca había tenido contacto con nada cercano.
-¿En qué otros contextos trabajan
con esta técnica?
Nancy: la última fue la escuela
popular de género de la Universidad de San Martin, como talleristas, y estamos
en el proceso de la creación de una cooperativa cultural, también con esta
técnica y sumando otros talleristas de otros espacios, se puede trabajar en
diferentes lugares, pero fundamentalmente son los lugares de opresión, también
por separado, laburamos con el grupo Osadía, en salitas barriales, en el bajo
flores.
Paula: Yo estoy en la villa
1.11.14 hace cuatro años, también trabajando en el espacio de género, en el
Movimiento Popular La Dignidad, y ahí armamos un grupo desde hace varios años y
tenemos obras en marcha.
-¿Cuántas personas participan de
cada taller?
Paula: Es relativo, en una de las
cárceles, ahora tenemos doce, se van sumando a la propuesta y algunos no
siguen.
Nancy: A la propuesta se suman,
el problema en general no es de los participantes ni nuestro, sino del sistema
propio de todo sitio de encierro. Asimismo, hay códigos que vos no podes
sortear. Hay algunos que tal vez quisieran bajar, pero si el código de ellos es
“no baja nadie”, no baja nadie. O tal vez, te encontrás que hay requisas, son
cuestiones internas que nos exceden. O quizás algunos de los que venían
participando en el taller fueron trasladados, o salieron en libertad, y
entonces, va cambiando también la gente que lo compone. Si nosotros tuviéramos
que decir cuáles son los principales problemas, son los que tienen que ver con
el servicio penitenciario, no con lo especifico del taller, dentro del espacio
del teatro laburamos con ellos y se labura súper bien, se respeta el lugar y la
predisposición siempre es buena. Ellos quieren salir a hacer lo que sea, es su
espacio de libertad. Lo que logramos con los años es tener un vínculo desde la
sinceridad, con códigos de seguridad entre nosotros, de respeto y, en ese
marco, se puede trabajar libremente.
-¿Quién propone los temas de
trabajo?
Paula: A partir de juegos de
improvisaciones se va armando y consolidando el grupo, empiezan a entender cómo
es la metodología de Teatro del Oprimido, que no es solo venir a pasarla bien
sino también brindar un espacio para reflexionar sobre que problemáticas nos
molestan, nos parece que no está bueno que sucedan y queremos transformar. Y
eso es a partir de lo que la población te propone. No imponemos ningún tema,
surgen de esta interacción.
Nancy: Todos los años se
presentan una o dos escenas que conforman una muestra, se comparte con las
visitas, en situaciones ocasionales en las que permiten que vengan sus
familiares o amigos, como el anteaño pasado que vinieron sus familiares y
vieron las actuaciones. Y muchas veces con la técnica de teatro foro, es una
especie de dialogo democrático entre el público y los espectadores, se debate
todo subiendo a escena.
Te cuento un ejemplo, nosotros
estamos trabajando hace dos años con una población de extranjeros, y durante
esos dos años salió permanentemente el tema de la discriminación por ser
extranjero, y no hay ningún suizo, inglés, ni francés, son la mayoría
bolivianos o peruanos. Un tema que se abordó y lo presentamos a fin de año,
porque fue algo reiterativo durante todo el ciclo anual, fue el de un hombre
que era argentino y estaba en el pabellón de extranjeros sólo por su fisonomía,
por portación de rostro, por ser hijo de, creo que su mama era extranjera pero
él no lo era y, sin embargo, estaba en el pabellón de extranjeros. Esa era la
denuncia y de hecho la estética de la muestra fueron unos grandes pasaportes,
donde ellos se describían como los describe la sociedad.
-¿Siempre todos quieren subir al
escenario a participar?
Paula: Suele ocurrir que si el
público no quiere subir a escena, se puede hacer como un gran debate o proponer
a alguien tal o cual cosa. Pero ninguno se va sin reflexionar sobre el qué o el
cómo.
-¿Se problematizan cuestiones
propias de la dinámica de la cárcel?
Nancy: Y es difícil porque como
hay pautas de sinceridad y de respeto, nosotras no podemos exhibirlos en algo
puntual en contra del sistema que los está oprimiendo ahí adentro, vos no podes
recrear una escena con un represor que sea puntualmente alguien de ahí, que sea
un penitenciario de ahí adentro, porque todo el resto va a saber de quién se
está hablando y después nosotras nos vamos y ellos se quedan.
Paula: Hubo un año en que en
Devoto salió el tema de la requisa, que es el momento en que los guardias
entran en el pabellón y hacen la búsqueda de cosas, destrozos, golpizas. Es una
situación de mucho poder, donde claramente los presos pierden. Y ellos querían
trabajar esa escena, y puertas adentro se elaboró, y se hizo foro, se hizo
todo, puertas adentro. Dijimos bueno, hay que mostrar: ¿Qué hacemos? Se pasó
esa misma situación a una escuela. Entonces, era una escuela donde el director
entraba al aula y revisaba las mochilas, no era clara, pero se sabía de qué se
estaba hablando y la exhibimos puertas afuera, y estuvo bueno porque se pudo
reflexionar sobre este momento tan particular. Fue interesante porque muchos
que estaban en la cárcel por primera vez vieron esa escena, y quizás, no
conocían todavía la dinámica. Me acuerdo que uno dijo que quería hacer esa
intervención para mostrarle a los pibes que no sabían. La representación era la
de un chico que entraba al aula y que no se separaba de sus cosas. Porque
siempre hay alguien que quizás quiere descartar algo, ponerte alguna cosa,
entonces era como avisarle a los primarios (los novatos en el sistema
carcelario), ¡ojo! ¡Tus pertenencias siempre con vos!, porque te pueden
enchufar algo.
-Ustedes postulan que todos somos
actores. En esa dinámica en la que todos somos actores y espectadores ¿Qué rol
asumen como facilitadores?
Nancy: lo que hacemos es
facilitar la técnica, moldear las ideas que ellos tengan, pulirlas, pero es
todo armado desde ellos, sin lugar a duda. Yo no tengo instrucción teatral más
que Teatro del Oprimido. En cada grupo uno aprende, no vas a “dictar” un
taller, también vas a aprender y, por lo general, uno estuvo antes, desde el
lugar de participante, y trabajó con las opresiones que uno tenía. De igual
forma, tratamos de empoderar a dos o tres, para que asuman mayores
responsabilidades y sigan multiplicándose las experiencias de este estilo.
Paula: En esto de dar talleres es
importante el lugar desde donde uno lo da. No es que yo voy y dicto un taller,
sino que yo también trabaje mis opresiones antes y lo sigo haciendo. Se supone
que todos en algún momento oprimimos o fuimos oprimidos. A mí el Teatro del
Oprimido me dio la posibilidad de transformar algunas cuestiones que me estaban
oprimiendo. Todos nos transformamos en el proceso.
-¿Qué opinan respecto al
desarrollo que tiene esta técnica en el mundo en relación a lo que sucede en
Argentina?
Paula: Boal estuvo en Europa,
entonces, donde hay mucho laburo hecho es en Europa. En Brasil también hay
mucho desarrollo, en Rio sobre todo. Y eso es porque Boal es brasilero. Acá, no
casualmente, surge después del 2000. En los 90 se habían aniquilado un montón
de cosas Después del 2000 empieza más fuerte en Latinoamérica y especialmente
en nuestro país. La técnica en Argentina está pero muchas veces está oculta, si
entrás empezás a ver que está, desde el sur hasta el norte, de hecho, hay una
red de Teatro del Oprimido. Este año nosotras participamos del tercer encuentro
del Teatro del Oprimido, en Bolivia y allí se evidenció cuan presente está en
un montón de países.
Nancy: el tema es que no es
rentable el Teatro del Oprimido. Por ejemplo, Paula está hace un montón de
tiempo trabajando en cárceles y eso no sale a la luz, y viene una compañía de
Lito Cruz y hace un montón de publicidad del teatro en cárceles, y dicen ser
los precursores, sale en todos los diarios y demás, y nosotros venimos
trabajando hace mil años y no se nos reconoce. Igual tampoco el fin de Teatro
del Oprimido es ese, de publicitarnos, pero igual es injusto. Y también
nosotros tratamos de generar un espacio para que trabajen cómodos, mientras que
las otras técnicas vienen por imposición. Nosotras no podemos fotografiar a
nadie, no podemos publicitar nada, mientras que viene un aparato y sí lo puede
hacer. Lo de Lito Cruz fue hace tres años, fue teatro convencional y sacó un
libro de teatro en cárceles.
-¿Dentro de la red que ustedes
mencionan que existe de Teatro del Oprimido, está el grupo Osadía y hay también
otros grupos que conozcan?
Hay muchos, de hecho, después te
ves en los encuentros, una vez por año, el próximo es en enero y febrero.
-¿En su grupo predomina alguna
militancia política partidaria?
Paula: El Teatro del Oprimido es
político, es una decisión política, pero no partidaria. Es una herramienta
social, de lucha. Te encontrás en algún movimiento o en algún frente haciendo
tal o cual acción, pero no es partidaria, pero si es política porque hay una
decisión de trabajar para y por el oprimido. Si hay una intervención desde lo
político, porque no se va a trabajar para el sistema opresor sino siempre en
contra. Hay una cuestión de transformación a través de la política.
-Ustedes son madres, ¿Identifican
cuestiones teatrales que se repiten en los talleres o en lo lúdico que ven en
sus hijos?
Nancy: uno termina haciendo lo
que hace en los talleres.
Paula: es ideológico, es una
posición en la vida, que atraviesa todo, es una elección, uno se ubica en un
lugar determinado desde donde mira la vida y el mundo, y estamos atravesadas
por eso. Y sí, es transformador. Por ejemplo, yo estoy trabajando en el barrio,
en el grupo de Fuerza Colectiva, grupo de Teatro del Oprimido dentro del
movimiento La Dignidad, y yo lo que quiero es que pase lo que pasó con Osadía,
que de ahí salgan multiplicadoras que trabajen.
-¿Ahí también son mujeres?
-¿Ahí también son mujeres?
Paula: Sí, es un trabajo que
continua, por eso cuando Nancy dice que el Teatro del Oprimido la encontró, es
porque Nancy tal vez nunca pensó que iba a ser teatro, y hoy Nancy trabaja de
eso y se ve clara la transformación.Nancy es una de tantas otras compañeras,
que han generado grupos. La idea es que se siga multiplicando siempre, llegar a
ser cada vez más. Que se empoderen desde la herramienta y que esta militancia
se siga desarrollando como germen de los cambios.
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