Por Julia Tacchino
Un matrimonio
desgastado, sumido en la rutina, una hija mayor que busca escaparse de la casa
y encuentra en un incipiente novio la posibilidad de salida y, finalmente el
hijo menor, Beto, “el loco”, un enfermo mental que aparece como síntoma de los
problemas vinculares. Su familia lo
considera vergonzante y elije esconderlo, cuando en realidad lo que se está
ocultando, o mejor dicho negando, es la situación de violencia, engaño y desamor en la que viven el resto de los
integrantes del hogar.
Todos esconden “al
loco”, al punto de querer suprimirlo, lo ocultan en una habitación, pero Beto
se revela ante esa imposición, sale del
cuarto y comienza a hablar de lo que nadie se anima a decir. Beto representa
una versión del bufón, aquel que en la Edad Media, en la sociedad aristocrática
europea, tenía el papel de decir lo que nadie hablaba, era la institucionalización
de la palabra irreflexiva. El bufón es el que, ante todo, proclama la verdad y
se atreve a declamarla con una sinceridad imprudente.
En toda sociedad existen quienes no obedecen al sistema de
cohesiones, aquellos que se escapan de la norma, de lo establecido, el loco es
quien no obra conforme al sistema de códigos. Dentro de esta familia se
necesita callar, negar aquello obvio que está sucediendo, y el loco es quien no
cumple con la ley de silenciar lo que pasa y, entonces, comienza a decir todo
lo que está prohibido.
La obra nos acerca
a la problemática de la violencia de
género, doméstica, negada. Siempre
hay sujetos que son marginales en una familia y en una sociedad que, a su vez, funcionan
muchas veces como chivos expiatorios, como Beto, quien con la
impunidad que le otorga su estado mental, se permite expresar desde la ingenuidad
infantil temas graves, al punto de derrumbar el castillo que su familia se
había construido.
El loco y la camisa
pone en evidencia cuestiones sociales con las que todos nos enfrentamos, cuando
las apariencias tapan una realidad imperfecta que hay que ocultar, cuando el
preocuparse por esconder nos aleja de lo que somos y sentimos, y donde quien es
considerado loco es el que actúa y vive más auténticamente la vida.