Por Julia Tacchino
“Vivan las feas”,
el último estreno de la dramaturga Mariela Asensio, dirigida y protagonizada
por ella misma, es un trabajo donde las mujeres tienen mucho para decir y lo expresan
en clave revolucionaria, actualmente en cartel en el Teatro de la Comedia, en la Ciudad de Buenos Aires.
La obra presenta a cinco actrices en escena, una de ellas: la directora, quien aparece montada en
una bicicleta fija y pedalea incesantemente durante cuarenta minutos; el resto
de las intérpretes hablan por ella y “de ella”. La puesta es una catarsis psicoanalítica
de Mariela Asensio por los temas y preocupaciones que la atraviesan como mujer,
no sólo pone el cuerpo sobre el escenario sino que se expone íntima e infatigable.
Josefina, una
joven veinteañera, presa de las redes sociales, la imagen y la presión de “estar
buena”. Ana María, una ama de casa tradicional, que desea tirar los electrodomésticos
por la ventana, Melina, la rebelde que se postula en contra de todo orden
establecido, pero que, paradójicamente, está obsesionada por bajar kilos. Por último,
una asistente de dirección que las fastidia permanentemente, las interrumpe y
las invita a beber tragos. Realidad y ficción se mezclan y los personajes exponen
sus contradicciones, todos atravesados por la cuestión del cuerpo y los estándares
de belleza.
Mujeres víctimas
de los discursos sociales, madres o esposas,
bobas, putas, locas, intentan no quedar atrapadas en ningún significante. Ser o
no deseadas, ser valoradas por lo que piensan y sienten, no ser cosificadas,
cuestiones que no sólo no han sido superadas, sino que constituyen una lucha política
diaria.
“Vivan las feas”
es una invitación a reflexionar sobre los mandatos sociales, a identificarse con
ciertos lugares comunes y a liberarnos, por medio de la risa, de aquello que nos duele o nos tortura y, ¿Por
qué no?, empezar a creer en que “otra forma de quererse es posible”.
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